" A ver esa sonrisa..." dices mientras levantas mi barbilla con tus dedos.
Tengo el culo aún rojo y ya se van viendo las marquitas que tus manos han dejado en él.
He apretado los dientes contra mis labios mientras tu mano hacia sonar mis nalgas.
He tenido que respirar hondo cada vez que considerabas mi respuesta inadecuada y me lo hacías ver con sonoras palmadas, sólo amortiguadas por tu voz.
Y aún así, después de luchar contra mi propio cuerpo y mi propia mente, una sonrisa inundaba mi cara al oirte decir tan sencillas palabras.
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